Desde la alimentación hasta la electrónica, pasando por la ropa, el bricolaje o los muebles: las compras digitales se han convertido en una realidad hoy en día, especialmente desde que la mayor parte de nuestras vidas se han trasladado a los teléfonos inteligentes.
En los últimos años, este hecho se ha acelerado significativamente, y se ha descubierto en la tecnología un catalizador natural y una nueva forma de conectar con los consumidores. Tras la relajación de las medidas de saneamiento y la vuelta a la normalidad, las tiendas físicas resistieron perder su hegemonía. Esto se debe a la agilidad mostrada por los principales actores del negocio físico y al firme compromiso con la experiencia omnicanal (crear marcas con voz propia) , incluida la digitalización del recorrido del cliente.
Además, en solo unos años, los minoristas han seguido desarrollándose y transformándose para brindar a los clientes una experiencia integral que no se puede comparar con el mundo antes del brote del nuevo coronavirus.
Según las últimas investigaciones, en primer lugar, los consumidores digitales quieren acceder a toda la información disponible en el sofá de casa o en cualquier otro lugar: precios, productos, disponibilidad, servicios, posibilidad de charlar con consultores, solicitar citas ... La tienda física debe garantizar esta experiencia de compra; de lo contrario, puede afectar la decisión del consumidor y perder ventas como resultado.
En segundo lugar, una vez que el consumidor llega al punto de venta, espera tener una experiencia sin fricciones: evitar esperas, verificar colas, brindar opciones de compra, para que los clientes puedan ser autorizados y utilizar los teléfonos inteligentes como elemento central para tomar las mejores decisiones en su proceso de toma de decisiones.
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